jueves, 21 de junio de 2018

La instrumentalización de los menores en los conflictos parentales: otro tipo de maltrato

Hoy voy a hablar de un asunto delicado y desgraciadamente demasiado habitual. Me refiero a la instrumentalización de los hijos en los procesos de separación y / o divorcio de los padres, así como en los procesos conflictivos parentales y familiares en general.

Lo que a priori puede resultar impropio de parejas aparentemente concienciadas con el bienestar de los más vulnerables en estas situaciones de conflicto; los hijos; la realidad se muestra con toda su crudeza dejando en evidencia el civismo y la razón. Los sentimientos envenenados se apoderan de la capacidad de pensar con sensatez y el ánimo de vengar y salvar el orgullo les empuja a comportarse de una manera verdaderamente injusta y mezquina. Ese lacerante comportamiento tiene repercusiones muy negativas en los niños y las niñas que sin quererlo se ven inmersos en una lucha encarnizada y despiadada, en la que todo vale con tal de salir " vencedor". Y para más  inri,  hay quien se excusa en que tan sólo busca lo mejor para los hijos.  Puede ser que estéis pensando en algún que otro caso mediatizado en el que existiendo un conflicto parental, alguna de las partes evita que los niños vean al otro progenitor, por el bien de los niños. Y no,  no juzgaremos aquí casos que además de ser muy rentables para los medios de comunicación de masas, para nada son dignos de ser una muestra representativa de este complejo fenómeno además de carecer de la necesaria objetividad.


En efecto  hay casos en los que la violencia intrafamiliar justifica que los menores se vean privados de su derecho de estar y compartir tiempo con un progenitor, con ambos o con otros miembros de la familia más extensa. Por encima de ese derecho prevalece el de su integridad física y moral.

También  hay casos en los que los conflictos judicializados, lejos de solventarse con los dictámenes y sentencias de los tribunales a los que se ha decidido acudir, se agravan considerablemente conduciendo a un callejón sin salida y facilitando que la ira, la frustración,  el despecho y la venganza se instalen en la dinámica relacional y se adueñen de la lógica y del deseo innato de no dañar a terceros. Así pues, lejos de solventar una situación desagradable y perjudicial para los menores , el conflicto se intensifica llegando incluso a cronificarse, con las consecuencias que esto acarrea para ellos.

A su vez, encontramos casos en los que los hijos sufren lo que se conoce como síndrome de alienación parental. A pesar del intento de algunos sectores de negar la existencia de tal fenómeno,  la mediación social y el trabajo con familias en conflicto revela la verdadera realidad y la evidencia de este tipo de maltrato infantil.
El síndrome de alienación parental se caracteriza por un intenso y manifiesto rechazo injustificado del  menor hacia uno de sus progenitores. El discurso de los hijos alienados resulta cuanto menos sorprendente tanto en su contenido como en las formas,  resultando más propio de un adulto que de un menor. Responden a discursos aprendidos, que han ido escuchando continuamente que terminan calando en el imaginario de los menores. De ahí que se les denomine hijos alienados, ya que su pensamiento y sentimientos han sido inducidos por una tercera persona con la intención de " vencer" y hacer daño a la otra parte .

El síndrome de alienación parental es un tipo de maltrato infantil muy cruel , ya que traslada la responsabilidad de la supuesta decisión libre de no querer ver ni estar con uno de los progenitores al propio hijo. Y esto a la larga va a generar un intenso y doloroso sentimiento de culpabilidad en el menor, que difícilmente podrá gestionar ni entender la magnitud de su injusto comportamiento.
Os puedo asegurar que es muy triste ver a niños y jóvenes completamente alienados y despojados de su verdadera identidad, narrando his torías inverosímiles y recitando disertaciones teñidas de odio patológico y resentimiento.

Por supuesto , no todos los rechazos manifestados por los menores hacia uno de sus progenitores son resultado de alienación. En ocasiones existe una verdadera justificación detrás de sus negativas, y éstas se manifiestan de una manera más infantil y no tan histrionica. Resulta fundamental realizar un profundo estudio multi e interdisciplinar sobre la dinámica familiar y la situación del menor en la misma para dilucidar con objetividad la realidad y conocer los motivos que llevan al menor a rechazar a uno de sus progenitores.

Además del doloroso síndrome de alienación parental , los menores inmersos en conflictos parentales, separaciones y divorcios pueden ser víctimas de otro tipo de situaciones generadas una vez más por los adultos.  Entre estas situaciones encontramos el conflicto de lealtades,  el niño colchón,  el niño edredón , el niño mensajero, el niño  dividido , el niño invisible y el niño arma arrojadiza. Veamos en que consiste cada una de ellas.

El conflicto de lealtades se genera cuando el menor es utilizado como un niño espía para revelar información personal e incluso íntima del otro progenitor. Cuando el menor se percata de que la información que se le solicita es para utilizarla en contra de su otro progenitor, se encuentra en una entrecrucijada que le genera una fuerte ansiedad. Con el tiempo tratará de evitar este malestar adoptando una actitud de desconfianza y mutismo absoluto.

El niño colchón es aquel que funciona como amortiguador de los conflictos entre sus progenitores, para lo cual debe estar en una permanente hipervigilancia con el fin de controlar siempre la situación y no " facilitar" las disputas o enfrentamientos parentales y familiares.

El niño edredón es aquel al que se le ha asignado el rol protector del progenitor más vulnerable, encargándose de consolar y reconfortar. Con frecuencia se convierten en niños neuróticos y obsesivos en exceso, mostrando una responsabilidad superlativa y desproporcionada para su edad.

El niño mensajero , como su propio nombre indica es aquel que ejerce la comunicación que deberían mantener ambas partes y que éstas eluden.  Los mensajes a trasladar pueden ser muy diversos, algunos completamente  inofensivos, pero otros se tornan más peligrosos y dañinos en tanto en cuanto su carga emocional es elevada. Además de poner al menor en situaciones incómodas y de difícil gestión,  también pueden ser utilizadas por éstos para intentar manipular a las partes.

El niño dividido es aquel que muestra incomodidad y ansiedad ante la ausencia de libertad para  querer por igual a ambas partes. Estos niños no se sienten libres a la hora de relacionarse e interactuar con uno de los progenitores porque no siente la verdadera aprobación por parte del otro.

El niño invisible sufre y padece la ausencia física y emocional de uno de los progenitores. Y el niño como arma arrojadiza es muy común en los tira y afloja entre progenitores, situando al menor en el centro del reto o del chantaje.

Sea como fuere,  el denominador común de todas las posibles situaciones que se han descrito , es el de la existencia de unas víctimas completamente inocentes. Inocentes y vulnerables a los actos, comportamientos, gestos y palabras de las personas más importantes para ellos, sus padres.

Las consecuencias de estas nocivas experiencias van desde dependencia emocional,  dificultad para expresar sentimientos y emociones o regresiones muy acusadas, hasta trastornos del sueño, trastornos de ansiedad y depresión.
Porque el maltrato psicológico  a la infancia resulta ser tan importante y consecuente como cualquier otro tipo de maltrato y abuso infantil. Las heridas psicológicas generadas por los comportamientos negligentes y desconsideradosi de los progenitores o las personas encargadas de su guarda y custodia, son el germen perfecto para futuros problemas emocionales y psicológicos; comprometiendo seriamente la salud mental de los menores.
Y no es mi intención culpabilizar pero si responsabilizar de ello. Responsabilizar para concienciar.






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