El célebre y maravilloso Charles Chaplin dijo en una ocasión :
"Cuando empecé a amarme de verdad comprendí que en cualquier circunstancia, ante cualquier persona y situación, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Fue entonces cuando puede relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre: autoestima ."
La autoestima se forma en los primeros años de vida. Por supuesto, no es algo estático ni permanente , se va modificando en función de las experiencias vitales y de las relaciones que establecemos con nuestros semejantes.
No obstante, y como ya he mencionado en alguna ocasión, los cimientos de la infancia son fundamentales para comprender posibles carencias o dificultades en la vida adulta; y el autoestima es un factor clave.
Veamos con calma que es la autoestima, cómo se forja , qué papel juega en la personalidad y en la conducta humana, y cómo puede trabajarse de manera positiva para fortalecerla.
La definición que nos da la RAE de la autoestima deja muchísimo que desear, ya que es muy parcial. Según esta fuente, es la valoración, generalmente positiva, de sí mismo.
Sin embargo, uno de los problemas que más observan psicólogos, psiquiatras, terapeutas y trabajadores sociales en los usuarios de sus servicios, es precisamente la baja autoestima; es decir ; una percepción negativa sobre si mismo.
Una definición mucho más completa y realista nos ofrece José Vicente Bonet en su obra "Se amigo de ti mismo: manual de autoestima".
Cito textualmente : " Conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamiento dirigidas hacía nosotros mismos, hacía nuestra manera de ser y hacia los rasgos de nuestro cuerpo y nuestro carácter. En resumen, es la percepción evaluativa de nosotros mismos ".
La autoestima es la encargada de proveernos seguridad en nosotros mismos. Si nuestra autopercepción no es positiva , creemos que no somos capaces de algo, que no somos lo suficientemente valiosos o merecedores de algo, y por lo tanto podemos actuar de manera insegura , impulsiva, inconsciente o peligrosa.
Las personas que están buscando continuamente la aprobación de las demás tienen una autoestima muy pobre y dañada; su bienestar emocional y su seguridad personal quedan en manos de lo que los demás opinen sobre él. Son dependientes de ese reconocimiento para sentirse bien consigo mismos, para valorarse como persona. Es así, porque la valoración que tienen de sí mismos no les gusta y buscan autoengañarse y hacerse creer que son lo que les gustaría ser en realidad.
Las personas con problemas en su autoestima se muestran inseguras o bien enmascaran esa inseguridad con estrategias y mecanismos insanos. La falta de comunicación y de expresión por temor al rechazo, a la burla o a la comparación; es un rasgo significativo de baja autoestima. Esta actitud puede conducir a la indefension de tus ideas, tus pensamientos o tus derechos frente a los demás, por lo que es verdaderamente limitante. Es como una discapacidad social .
En su vertiente más espinosa, una autoestima exánime es el denominador común de serios trastornos conducta les, de la alimentación, ansiedad, pánico, depresión, consumo de sustancias y adicciones, así como agresividad y violencia.
La autoestima sana , por el contrario, se manifiesta en las personas que aceptan como son, es decir, dan validez a su manera de ser, de pensar, de actuar y de vivir. Son personas que están contentas con ellas mismas, que validan sus virtudes y sus defectos, y que son conscientes de sus potencialidades y de sus puntos flacos. Son conscientes de todo esto y no les supone una amenaza ni una fuente de pesadumbre y desequilibrio.
Estas personas disfrutan de una vida y unas relaciones sociales mucho más placenteras y enriquecedoras, demuestran su personalidad y sus preferencias sin temor a juicios o no les importa lo que se piense de ellos. Defienden sus ideas, pensamientos y derechos con asertividad y aceptan como parte de la condición humana el fracaso y los errores sin frustraciones patológicas.
Como apuntaba anteriormente, la autoestima comienza a forjarse desde los primeros momentos de la vida de un ser humano.
La autoestima del niño se va forjando en función de la percepción que sus padres tiene de él y del trato y relación que se haya establecido entre ellos. De ahí, que las claves para fomentar una autoestima fuerte y sana sean la disciplina positiva, la crianza respetuosa y el apego seguro, el amor incondicional, permitir su autonomía y evitar la sobreprotección y tener muy presente la importancia de validar todas sus emociones y sentimientos; así como ser su espejo ( querernos y respetarnos a nosotros mismos).
Desde el nacimiento, el bebé debe desarrollarse y crecer en un entorno y ambiente que le proporcione seguridad y tranquilidad, un entorno donde no sólo se satisfagan sus necesidades más básicas y fisiológicas sino también las emocionales. Que se atienda su necesidad de contacto con su mamá principalmente es tan necesario como alimentarlo a demanda o cambiarle el pañal. El llanto es el sistema con el que la naturaleza ha dotado a los bebés humanos para manifestar sus necesidades , y debe atenderse siempre. El vínculo y el estilo de apego que se establece es el punto de partida y la base de la autoestima.
Conforme va creciendo el bebé va inteactuando más con todo lo que le rodea, va descubriendo el mundo y aprendiendo a un ritmo vertiginoso. Debemos favorecer la exploración, la curiosidad y la iniciativa del bebé siempre teniendo como límite la seguridad y su integridad.
Fomentando la autonomía y promoviendo entornos libres de riesgos , estaremos enviando un mensaje de validez y aliento. La adquisición progresiva de competencias, habilidades y responsabilidades sin duda contribuyen a que el bebé / niño se sienta valioso, capaz ; que no tema asumir retos y aprender, probar y equivocarse. Que no tema a que se le reproche haberse equivocado.
Para alcanzar el objetivo de tener hijos autónomos y que piensen por sí mismos, con seguridad y firmeza debemos cuidarnos de sobreprotegerles y crear niños burbuja. Y por supuesto, aceptar lo que son y lo que desean ser, sin presiones ni modelajes forzados para que se conviertan en lo que nosotros quisimos ser o hacer. Sobre esto último, os lo cuento con más detalle en Mamá quiero ser yo mismo.
Respetando sus emociones y trabajando ls inteligencia emocional lograremos que los sentimientos no perturben ni obturen su bienestar, una gestión saludable y favorecedora del autoconocimiento y de una robusta autoestima. alidación, Escuchar sus miedos y preocupaciones , validar todos los sentimientos y acompañarlo en este apasionante viaje es primordial y una experiencia como padres intensa y maravillosa.
Otro aspecto igual de importante es evitar, o mejor, desterrar de vuestro vocabulario las etiquetas y las comparaciones.
Escuchar, dedicar tiempo y atención. Practicar la escucha activa, interesarnos por lo que nos cuentan, preguntar, jugar con ellos, leer con ellos,compartir todo el tiempo que podáis con ellos. Hay que estar presente y no sólo físicamente. Aparquemos nuestras preocupaciones y desconectamos de nuestros dispositivos y de la television cuando estemos con ellos.
Otra de las claves es reconocer y poner en valor sus esfuerzos y no centrarnos sólo en el resultado. Motivar, no chantajear ni premiar por buenos resultados, y tratar de usar lo menos posible las alabanzas, cambiándolas por las frases alentadoras. Con ello evitaremos que nuestros hijos se acostumbren y se hagan adictos al reconocimiento y a a aprobación continúa.
Por supuesto, no pegar, ni amenazar, ni humillar; en resumen no maltratar. Creo que tod@s los que estéis leyendo esto estaréis de acuerdo, porque de lo contrario no os encontrarías aquí interesados en asuntos de crianza y educación.
Los gritos también son violencia, y aunque sea complicado o prácticamente imposible no perder la paciencia, debemos trabajar con ahínco nuestras propias emociones para vencer a la rabia y a la frustración, en vez de que sean ellas las victoriosas. Con trabajo y convencimiento se puede lograr.
Sí ponemos en práctica todas estas claves y por lo general cumplimos con esta filosofía de manera constante, sin lugar a dudas tendremos hijos sanos mental y emocionalmente hablando; con una autoestima vigorosa qun les permitirá ser mucho más felices, adaptarse mucho mejor a su entorno y a la sociedad y optimizar su proceso de desarrollo y aprendizaje.