jueves, 21 de junio de 2018

La instrumentalización de los menores en los conflictos parentales: otro tipo de maltrato

Hoy voy a hablar de un asunto delicado y desgraciadamente demasiado habitual. Me refiero a la instrumentalización de los hijos en los procesos de separación y / o divorcio de los padres, así como en los procesos conflictivos parentales y familiares en general.

Lo que a priori puede resultar impropio de parejas aparentemente concienciadas con el bienestar de los más vulnerables en estas situaciones de conflicto; los hijos; la realidad se muestra con toda su crudeza dejando en evidencia el civismo y la razón. Los sentimientos envenenados se apoderan de la capacidad de pensar con sensatez y el ánimo de vengar y salvar el orgullo les empuja a comportarse de una manera verdaderamente injusta y mezquina. Ese lacerante comportamiento tiene repercusiones muy negativas en los niños y las niñas que sin quererlo se ven inmersos en una lucha encarnizada y despiadada, en la que todo vale con tal de salir " vencedor". Y para más  inri,  hay quien se excusa en que tan sólo busca lo mejor para los hijos.  Puede ser que estéis pensando en algún que otro caso mediatizado en el que existiendo un conflicto parental, alguna de las partes evita que los niños vean al otro progenitor, por el bien de los niños. Y no,  no juzgaremos aquí casos que además de ser muy rentables para los medios de comunicación de masas, para nada son dignos de ser una muestra representativa de este complejo fenómeno además de carecer de la necesaria objetividad.


En efecto  hay casos en los que la violencia intrafamiliar justifica que los menores se vean privados de su derecho de estar y compartir tiempo con un progenitor, con ambos o con otros miembros de la familia más extensa. Por encima de ese derecho prevalece el de su integridad física y moral.

También  hay casos en los que los conflictos judicializados, lejos de solventarse con los dictámenes y sentencias de los tribunales a los que se ha decidido acudir, se agravan considerablemente conduciendo a un callejón sin salida y facilitando que la ira, la frustración,  el despecho y la venganza se instalen en la dinámica relacional y se adueñen de la lógica y del deseo innato de no dañar a terceros. Así pues, lejos de solventar una situación desagradable y perjudicial para los menores , el conflicto se intensifica llegando incluso a cronificarse, con las consecuencias que esto acarrea para ellos.

A su vez, encontramos casos en los que los hijos sufren lo que se conoce como síndrome de alienación parental. A pesar del intento de algunos sectores de negar la existencia de tal fenómeno,  la mediación social y el trabajo con familias en conflicto revela la verdadera realidad y la evidencia de este tipo de maltrato infantil.
El síndrome de alienación parental se caracteriza por un intenso y manifiesto rechazo injustificado del  menor hacia uno de sus progenitores. El discurso de los hijos alienados resulta cuanto menos sorprendente tanto en su contenido como en las formas,  resultando más propio de un adulto que de un menor. Responden a discursos aprendidos, que han ido escuchando continuamente que terminan calando en el imaginario de los menores. De ahí que se les denomine hijos alienados, ya que su pensamiento y sentimientos han sido inducidos por una tercera persona con la intención de " vencer" y hacer daño a la otra parte .

El síndrome de alienación parental es un tipo de maltrato infantil muy cruel , ya que traslada la responsabilidad de la supuesta decisión libre de no querer ver ni estar con uno de los progenitores al propio hijo. Y esto a la larga va a generar un intenso y doloroso sentimiento de culpabilidad en el menor, que difícilmente podrá gestionar ni entender la magnitud de su injusto comportamiento.
Os puedo asegurar que es muy triste ver a niños y jóvenes completamente alienados y despojados de su verdadera identidad, narrando his torías inverosímiles y recitando disertaciones teñidas de odio patológico y resentimiento.

Por supuesto , no todos los rechazos manifestados por los menores hacia uno de sus progenitores son resultado de alienación. En ocasiones existe una verdadera justificación detrás de sus negativas, y éstas se manifiestan de una manera más infantil y no tan histrionica. Resulta fundamental realizar un profundo estudio multi e interdisciplinar sobre la dinámica familiar y la situación del menor en la misma para dilucidar con objetividad la realidad y conocer los motivos que llevan al menor a rechazar a uno de sus progenitores.

Además del doloroso síndrome de alienación parental , los menores inmersos en conflictos parentales, separaciones y divorcios pueden ser víctimas de otro tipo de situaciones generadas una vez más por los adultos.  Entre estas situaciones encontramos el conflicto de lealtades,  el niño colchón,  el niño edredón , el niño mensajero, el niño  dividido , el niño invisible y el niño arma arrojadiza. Veamos en que consiste cada una de ellas.

El conflicto de lealtades se genera cuando el menor es utilizado como un niño espía para revelar información personal e incluso íntima del otro progenitor. Cuando el menor se percata de que la información que se le solicita es para utilizarla en contra de su otro progenitor, se encuentra en una entrecrucijada que le genera una fuerte ansiedad. Con el tiempo tratará de evitar este malestar adoptando una actitud de desconfianza y mutismo absoluto.

El niño colchón es aquel que funciona como amortiguador de los conflictos entre sus progenitores, para lo cual debe estar en una permanente hipervigilancia con el fin de controlar siempre la situación y no " facilitar" las disputas o enfrentamientos parentales y familiares.

El niño edredón es aquel al que se le ha asignado el rol protector del progenitor más vulnerable, encargándose de consolar y reconfortar. Con frecuencia se convierten en niños neuróticos y obsesivos en exceso, mostrando una responsabilidad superlativa y desproporcionada para su edad.

El niño mensajero , como su propio nombre indica es aquel que ejerce la comunicación que deberían mantener ambas partes y que éstas eluden.  Los mensajes a trasladar pueden ser muy diversos, algunos completamente  inofensivos, pero otros se tornan más peligrosos y dañinos en tanto en cuanto su carga emocional es elevada. Además de poner al menor en situaciones incómodas y de difícil gestión,  también pueden ser utilizadas por éstos para intentar manipular a las partes.

El niño dividido es aquel que muestra incomodidad y ansiedad ante la ausencia de libertad para  querer por igual a ambas partes. Estos niños no se sienten libres a la hora de relacionarse e interactuar con uno de los progenitores porque no siente la verdadera aprobación por parte del otro.

El niño invisible sufre y padece la ausencia física y emocional de uno de los progenitores. Y el niño como arma arrojadiza es muy común en los tira y afloja entre progenitores, situando al menor en el centro del reto o del chantaje.

Sea como fuere,  el denominador común de todas las posibles situaciones que se han descrito , es el de la existencia de unas víctimas completamente inocentes. Inocentes y vulnerables a los actos, comportamientos, gestos y palabras de las personas más importantes para ellos, sus padres.

Las consecuencias de estas nocivas experiencias van desde dependencia emocional,  dificultad para expresar sentimientos y emociones o regresiones muy acusadas, hasta trastornos del sueño, trastornos de ansiedad y depresión.
Porque el maltrato psicológico  a la infancia resulta ser tan importante y consecuente como cualquier otro tipo de maltrato y abuso infantil. Las heridas psicológicas generadas por los comportamientos negligentes y desconsideradosi de los progenitores o las personas encargadas de su guarda y custodia, son el germen perfecto para futuros problemas emocionales y psicológicos; comprometiendo seriamente la salud mental de los menores.
Y no es mi intención culpabilizar pero si responsabilizar de ello. Responsabilizar para concienciar.






jueves, 14 de junio de 2018

El valor de la infancia y nuestro deber de velar por su bienestar

La infancia es una etapa vital fascinante y maravillosa. Lo es para los propios niños y niñas porque experimentan sensaciones de una manera genuina , pura, auténtica y con verdadero entusiasmo. Pero también resulta increíble y deslumbrante para los adultos que los acompañamos en el camino y compartimos  con ellos las vivencias y los inolvidables momentos que suscitan la crianza y  la educación. Es un privilegio del que debemos estar muy agradecidos.

Los niños transmiten su magia, contagian su ilusión,  enamoran con su inocencia y logran arrancar sonrisas de los rostros más solemnes. Los niños consiguen que por un momento, efímero pero intenso, se respire esperanza en este mundo y se dibuje un escenario mucho más deleitoso.

Los niños nos devuelven a nuestra infancia y permiten que aflore nuestro niño interior. De alguna manera nos conectan con nuestra parte más onírica y cándida. Nos muestran el significado verdadero de la libertad. Nos enseñan a disfrutar de las cosas, a gozar del aquí y ahora; recordándonos el ingente valor de lo sencillo y lo natural.
Los niños nos alejan y rescatan del  aburrido mundo repleto de obligaciones, preocupaciones y  contrariedades en el que nos hayamos inmersos . Ellos y ellas logran que nos reinvintemos , que evolucionemos y maduremos para llegar a ser mejores personas. Incluso tienen el grandioso poder de conseguir que resurjamos de las cenizas como un ave fénix. En realidad ellos son nuestros maestros, son nuestros luceros y nuestra esperanza.

Que triste resulta ver a personas que no recuerdan que ellos fueron niños alguna vez. No puedo más que sentir compasión por ellas, y pienso en la infinita amargura que debe invadir sus corazones para no contagiarse de la alegría y vitalidad de un niño. Porque cuando un niño juega, grita,  se ríe,  salta y baila está expresando su júbilo,  su vigor y vivacidad. Por desgracia no todo el mundo entiende que los niños han de comportarse como lo que son, y siempre que actúen con respeto tienen todo el derecho del mundo a disfrutar de su infancia sin ser menospreciados o tratados como ciudadanos de segunda.

 Que pesadumbre advertir que haya niños a los que se les niega el derecho a disfrutar de una infancia plena y feliz, a los que se les priva de disfrutar de una familia equilibrada, de una educación y de un entorno saludable; de aprender jugando, de soñar y perseguir deseos, de creer que no hay nada imposible. En una palabra, de ser dichosos. De exprimir la infancia  y disfrutar cada momento. De ser niños y no pequeños adultos, o peor aún de no ser nada de nada para los que deberían ser el todo de todo.

Guerras, hambrunas, explotación laboral y sexual, niños soldado, niños desamparados y vulnerables a la delincuencia y las drogas, niños maltratados y abusados.
Niños  y niñas a los que se les amputa su infancia y se les condena al sufrimiento, a los que se les impone la responsabilidad de hacer frente a su injusto destino. Niños y niñas a los que se les quita la vida, niños y niñas que aún con vida , se les trata como mercancía humana.
Situaciones lamentables que se reparten por toda la geografía mundial, que estremecen y atormentan, que nos hacen plantearnos si realmente la humanidad merece llamarse así . Sea como fuere , lo que es insoportable e intolerable es que los niños  sigan siendo inocentes víctimas de un mundo sin sentido. Víctimas inocentes del sin sentido adulto.


La infancia debería construirse sobre una sólida superficie que asegurase un futuro próspero en lo personal, en lo introspectivo, y por supuesto también en lo social, en lo comunitario. En cierta manera,  las vivencias y recuerdos de la infancia configuran los cimientos de la personalidad con la que va a convivir el resto de su vida. Y con la que el resto de personas se encontrarán.

Sí , la infancia marca y lo hace para bien o para mal. Así lo asegura el gran Jorge Barudy cuando dice que los buenos tratos a la infancia modelan la forma de ser.
Es por ello que tenemos la obligación moral de construir una sociedad en la que los niños y las niñas puedan desarrollarse de manera sana, óptima y plena. Debe procurarse que sus derechos estén siempre protegidos y sus necesidades cubiertas. La protección de la infancia es una prioridad que siempre debemos poner en práctica porque lo que prima por encima de cualquier otro interés, por muy legítimo que éste sea, es el bienestar de los menores. Este es el mandato no sólo legal sino también ético y moral. Como sociedades avanzadas debemos ser merecedoras de dicho sobrenombre y abogar por el cumplimiento de dicho mandato en todos los rincones del planeta.  Un trabajo complicado que incluso puede parecer insoluble y utópico , mas con una firme voluntad se pueden lograr importantes avances y mejoras en este sentido. Una firme voluntad que a de confluir desde distintos puntos y regiones, y que en la actualidad parece asignatura pendiente. Muchos de los Estados y países  no están a la altura,  la política ínternacional está secuestrada por el todopoderoso dinero. Y en su nombre todo el terror al que asistimos un día sí y otro también.


Como individuos y seres sociales,  cuidemos de nuestras futuras generaciones y contribuyamos al bienestar de la infancia. Construyamos una sociedad justa,  respetuosa, empática y solidaria; una sociedad plural y diversa en la que la equidad sea la piedra angular del éxito personal y colectivo. No segreguemos a los niños , no enseñemos a segregar.  No difundamos la cultura de la violencia,  la fuerza y la intimidación. No enseñemos a abusar. No divulguemos estereotipos insanos y fomentemos las desigualdades. No enseñemos a ser injustos. Y así con infinidad de problemas sociales que se han ido forjando en el seno de una sociedad profundamente enferma en muchos sentidos. Este no es el mejor legado para nuestros hijos y los hijos de los demás .

Como padres debemos tener muy claro que ejercer la maternidad y paternidad de una manera minimamente correcta y adecuada es trabajo más difícil , laborioso y complicado del mundo; pero sobre todo el más importante y trascendental de toda nuestra existencia. Como decía aquí , es un quehacer de valor incalculable, pues los niños de hoy serán los adultos del mañana.
Que gran responsabilidad, sí , y que gran oportunidad para poner nuestro granito de arena en la construcción  de un mundo algo mejor y una sociedad menos enferma.



sábado, 9 de junio de 2018

Beneficios de la disciplina positiva

La semana pasada hablaba sobre las rabietas y el modo en que deberíamos afrontarlas para obtener resultados más satisfactorios y menos frustrantes. Como ya apunté, la disciplina positiva puede convertirse en nuestra gran aliada a la hora de educar a nuestros hijos. Y como lo prometido es deuda, hoy os voy a hablar de esta saludable filosofía pedagógica y de los muchos beneficios que puede aportarnos su práctica a toda la familia.

La disciplina positiva, o educar en positivo, es  una herramienta fundamental tanto para evitar una alta incidencia en la aparición de esa furia explosiva que tan molesta resulta ser, como para apaciguar ese " fuego que quema fuerte y es difícil de apagar" en palabras de Anna Llenas en su célebre Monstruo de Colores.
La disciplina positiva enseña autocontrol  y autodisciplina, ayudando a los niños a comprender que el cerebro no funciona correctamente cuando nos aborda la rabia y estamos enfadados. Enseña a regular los estados emocionales y a equilibrar conductas y pensamientos.

En la educación de los hijos es necesario establecer unos límites claros que actúen de soporte para guiar y conducir el comportamiento de los niños. Además de permitirles la adquisición de unas habilidades sociales adecuadas y prácticas para desenvolverse correctamente con su entorno y consigo mismos, los límites aportan seguridad y confianza. Esto es así porque al saber lo que se espera de sus comportamientos  y lo que por el contrario no es aprobado,  los niños pueden organizar sus esquemas mentales y aprender a ser consecuentes de sus actos.  La educación en positivo aboga por el establecimiento de unos limites claros y sencillos, que no sean muy numeroso sino más bien pocos y razonables.
Asi que la disciplina es absolutamente necesaria en la educación de los niños, sí,  pero cuidado , no confundirla con autoritarismo. Y mucho cuidado también con la absoluta permisividad. La disciplina que enseña no es ni permisiva ni punitiva.



 El porque lo digo yo que soy tu padre o tu madre y punto no aporta nada bueno, no construye, no enriquece, no educa. Por el contrario si que distancia emocionalmente, genera frustración y resentimiento. No se enseña a pensar ni a asumir responsabilidades, se obliga a obedecer. Se adiestra en la obediencia ciega y desde el temor, de tal manera que los niños terminan haciendo las cosas o no haciéndolas por miedo a los castigos o a las reprimendas, y no porque entiendan que las cosas sean correctas o no.

 El resultado de una educación rígida y autoritaria puede ser un niño sumiso y sin capacidad de pensar por si mismo,  sin actitud crítica, sin iniciativa y autonomía; sin ánimo de asumir retos, responsabilidades y proyectos. O por el contrario,  un niño que cansado de soportar el peso de una educación en la que la comunicación bidireccional y el estilo democrático no aparecen en absoluto, decide deshacerse de ese yugo que le oprime y se agarra al clavo ardiendo de la rebelión como mecanismo para lidiar con su profundo malestar.





ALGUNAS PAUTAS PARA PONER EN PRÁCTICA LA DISCIPLINA POSITIVA

  • Comunicación bidireccional y respetuosa.

La disciplina positiva se centra en el establecimiento de una comunicación basada en el respeto mutuo , donde tan importante es el mensaje que transmitimos como la manera en qué lo transmitimos. El mismo valor que tienen las palabras que decimos a los niños tienen nuestros actos y nuestra actitud. Debemos mostrar una actitud empática y proclive a intentar comprender el por qué de sus conductas. Si logramos vislumbrar aquello que origina una conducta indeseada , tendremos la llave que nos permitirá acceder al cambio. Esta es la clave de esta filosofía, llegar a conocer el motivo que causa los comportamientos y conductas para trabajar en ese origen. Una vez tengamos esa información nuestra labor educativa será mucho más sencilla de afrontar.

En ningún momento se debe desaprobar al niño sino a su comportamiento. No olvidemos que nunca hay que etiquetar a la persona ni mucho menos jugar con el afecto y el amor incondicional. De lo contrario estaremos dañando la autoestima de nuestro hijo.

Además de una actitud empática y libre de juicios , los padres y educadores debemos poner en práctica habilidades como la asertividad y la escucha activa. Ambas resultan imprescindibles en la educación en positivo.  A través de la escucha activa lograremos conectar con los niños y comprender lo que sienten, piensan y les lleva a actuar de un modo u otro.  Debemos poner todos nuestros sentidos cuando nos hablan y nos cuentan sus cosas, dejar que se expliquen y no interrumpirlos. Debemos escuchar para entender y no sólo para responder y replicar.
La asertividad por su parte consiste en ser capaz de transmitir lo que no nos gusta o nos molesta desde un absoluto respeto. Es una valiosa habilidad que marcará la diferencia de las respuestas conductuales.  No es lo mismo decir las cosas desde la consideración y la deferencia que utilizar los gritos y las faltas de respeto en la comunicación. Desde luego que no se obtienen los mismos resultados, y por supuesto no obtendremos un feedback positivo si usamos recursos insolentes y violentos.

  • Centrarnos en las soluciones y no en los castigos.

 Este es otro de los pilares en los que se sustenta la disciplina positiva.  Los errores son una valiosa fuente de aprendizaje y los castigos si bien funcionan a corto plazo , no proporcionan beneficios a largo plazo sino que tienen consecuencias negativas. Los castigos no crean un sentido de responsabilidad en los niños, y con el tiempo se generan conductas de evasión y engaños con el objetivo de evitarlos.

No es lo mismo castigo que consecuencia. Con los castigos se genera malestar con el fin de evitar que se repitan unos determinados  hechos,  mientras que con la consecuencia se invita a la reflexión. Las consecuencias se orientan hacía los resultados de las acciones en vez de hacia las personas en sí, por lo que no arremete contra la imagen personal que el niño tenga de si mismo.

 Imaginar que estamos en el parque y nuestro hijo o hija de pronto le pega a otro niño con el que hasta el momento estaba jugando. Si nuestra reacción es decirle que no sea malo y que  si vuelve a pegar nos vamos a casa sin más,   la consecuencia a su acto es el castigo de marcharse a casa y dejar de jugar en el parque. No aprende que la consecuencia de su acto es hacer daño a los demás y que eso no está bien. Asi pues sería mucho más acertado decirle que si pega a los niños les hace daño y que no les gusta que les hagan daño. Si queremos reforzar el límite, le podemos decir que si no trata bien a los demás niños no podrá jugar con ellos en el parque y tendremos que irnos a casa.  De esta manera se pasa de una simple amenaza a un razonamiento de su conducta y de las consecuencias de la misma tanto para los demás como para él mismo.
  • Evitar decir que NO continuamente

Utilizar un lenguaje en positivo y usar menos el no. Que te digan no de manera continua y monótona puede ser verdaderamente frustrante, así que debemos procurar reservar nuestros noes para contadas ocasiones, y en el caso de recurrir a ellos siempre dar una sencilla explicación del porque de la negación. Explicar las consecuencias y los efectos así como proponer alternativas nos permite educar y enseñar en vez de tan sólo prohibir; además de permitirles ser partícipes del proceso de resolución.

  • Alentar en lugar de alabar
Para fortalecer y estimular la autoestima debemos poner el foco de atención sobre el esfuerzo y los progresos alcanzados en vez de centrarnos simplemente en el éxito.. 
Las alabanzas continuas y exageradas a priori pueden parecer que generan bienestar y alegría en los más pequeños pero a posteriori nos encontraremos con niños necesitados de una permanente aprobación de los demás.
Con las alabanzas y adulaciónes se tiende a valorar a la persona en vez de a la acción. Con la motivación estaremos mostrandoles lo que pueden realizar por si mismos y serán plenamente conscientes de sus capacidades, y no necesitarán el beneplácito de un tercero para sentir seguridad en sí mismo.



Como podéis ver , la disciplina positiva es en sí misma una manera de ser y pensar, y en consecuencia una manera de actuar. Trabajando con perseverancia todas sus recomendaciones obtendremos todos sus beneficios a medio y largo plazo. Educar puede convertirse en una tarea mucho más gratificante y placentera, la relación con nuestros hijos será mucho más fluida y afable y lograremos que en un futuro hayan adquirido buenas habilidades sociales que les harán mucho más llevadero el intenso y apasionante viaje que es la vida.

Cómo educar con firmeza y cariño



viernes, 1 de junio de 2018

Cómo afrontar las rabietas con éxito

A todos los padres y madres nos han hablado de ellas, a todos nos han contado lo que se nos viene encima y lo que nos veremos obligados a hacer y también a evitar hacer. Prepárate, cuidado con los terribles dos años, menudo carácter siendo tan pequeños,  se vuelven unos caprichosos, lo mejor es no hacerles caso, si no haces lo que dice no hay manera y menuda vergüenza, etc . Incluso han tenido la osadía de advertirnos de la necesaria mano dura que tendremos que demostrar para que el asunto no se nos vaya de las manos.

Tarde o temprano las rabietas se manifiestan sí , y comienzan a aflorar  las explosiones de sentimientos y el descontrol emocional. Es completamente normal y absolutamente saludable. Las rabietas son necesarias para seguir completando el desarrollo de nuestros hijos, y aunque es cierto que pueden producirnos cierto estrés y cansancio, son imprescindibles para su maduración neuropsicológica y para su futura vida en sociedad.


Precisamente es por esta inmadurez del sistema nervioso central por lo que la manifestación de emociones como la rabia, la ira y la frustración se da de una manera tan desorbitada y sin control alguno. Bueno en realidad todas las emociones las viven y experimentan con esta intensidad. Los niños demuestran alegría,  entusiasmo, sorpresa, admiración,  miedo, enfado, tristeza y otras tantas emociones de una forma extremadamente intensa. Todo lo viven al límite, y esto sucede fundamentalmente porque el cerebro mamífero o emocional está en pleno desarrollo, al igual que el cerebro humano o racional. Por lo tanto, lo que rige la conducta de los más pequeños son los instintos más primitivos que aún conservamos en nuestro adn tras miles y miles de años de evolución. El cerebro reptiliano es la estructura del cerebro que regula estas respuestas instintivas. Es la estructura más básica, y de ahí la impulsividad de los niños.

Así que por favor, padres y madres, abuelos y abuelas,  tíos y tías, vecinos y vecinas y en general personas adultas ; sabed que las rabietas NO son comportamientos deliberados y urdidos con la intención de fastidiar y molestar. Los niños NO lo hacen para desafiar y poner a prueba nuestra paciencia,  NO son nuestros rivales. Ellos son niños pequeños de dos, tres y cuatro años que están aprendiendo a reconocer y a lidiar con unas emociones incómodas que les generan malestar. Estan empezando a comprender como funciona el mundo , a interactuar con su entorno y a experimentar un sinfin de sensaciones. Estan desarrollando las estructuras cerebrales encargadas de la regulación emocional y del razonamiento. Nosotros somos los adultos y nos deberíamos comportar como tales. De esta forma no sólo les estamos enseñando un magnífico ejemplo de comportamiento sino que lograremos gestionar mucho mejor y con  más facilidad estos pequeños percances. Sí,  se que en ocasiones mantener la calma es complicado pero nosotros los adultos deberíamos tenerlo más sencillo que ellos porque nuestro sistema nervioso está o debería estar más preparado para afrontar estas contingencias emocionales. Afrontar una rabieta infantil desde una actitud tranquila, de escucha y comprensión es ganar prácticamente la " batalla". El truco está en empatizar más con los peques, intentar comprender lo que sienten y porqué. No hay que menospreciar estos sentimientos porque de esta manera lo único que lograremos será aumentar la espiral de rabia y confusión.
Una vez validados  y acompañados los sentimientos que le ha generado una situación concreta o una decisión determinada, y cuando se haya calmado lo suficiente como para poder hablar, es el momento de intentar buscar una solución y dar un razonamiento sencillo. Una vez han logrado contener esa revolución emocional, los niños tienen una capacidad de escucha y atención increible,  y pueden mostrar una sorprendente disposición a entender y ser mucho más flexibles de lo que en un principio podríamos esperar. Tan sólo necesitan a adultos equilibrados que les acompañen y les ayuden a resolver estas intensas situaciones.

Como adultos debemos estar a la altura de las circunstancias,  reconocer las situaciones más favorables para la aparición de las rabietas e intentar anticiparse a ellas, saber cuando necesitan descansar,  evitar responder continuamente con un no y utilizar más la disciplina positiva. De ésta,  hablaremos largo y tendido en un nuevo post,  que bien lo merece.

El ingrediente estrella para afrontar con éxito las rabietas y que siempre deberíamos tener a disposición es la paciencia. Con paciencia y respeto lograremos disfrutar mucho más de esta etapa de la crianza y educación de los peques, que sin duda es intensa y agotadora pero sumamente fascinante y extraordinaria.