miércoles, 19 de septiembre de 2018

Resiliencia: la clave de la felicidad


Un proverbio holandés dice que no puede impedirse el viento,  pero pueden construirse molinos. Vendría a ser como, si la vida te da limones haz limonada.

La felicidad está sobrevalorada, mitificada  distorsionada y manipulada. La felicidad no consiste en no padecer infortunios y desdichas. La felicidad se construye desde la plenitud del espíritu personal,  desde el orgullo y la satisfacción de haber superado obstáculos , sorteado imprevistos y alcanzado retos. O al menos, haberlo intentado con vigor, firmeza y tenacidad.
Es muy importante adoptar una actitud positiva ante las situaciones y adversidades que se nos presentan a lo largo de la vida. Es tan importante o incluso más importante que la misma dificultad u obstáculo al que enfrentarnos, porque de esa actitud dependerá la energía y dedicación que pongamos para lograr lo que nos propongamos. El empeño que se forja con una actitud positiva y optimista es digno de conquistar mayores logros y obtener una mayor recompensa a nivel personal; con independencia del resultado final.

La magia de la vida reside en ser capaces de vivir, de aceptar la realidad,  de digerir los acontecimientos y obtener sus nutritivas lecciones.Y si, en ocasiones la vida es dura y cruel; la realidad implacable e injusta y la existencia se torna insoportable.  Este angosto camino que parece convertirse en una tortura incesante no deja de ser un sendero hacia un bello y sereno paraje, que aún a mucha distancia y lejanía,  logrará resarcir y reparar nuestras fracturas vitales y emocionales. Lo único que debemos hacer es resistir,  y para ello debemos ser resilientes. Si ejercitamos esta habilidad personal alcanzaremos más facilmente la llave para superar con éxito las diversas crisis vitales por las que inevitablemente ha de pasar el ser humano.

La resiliencia es la capacidad del ser humano de experimentar sucesos traumáticos,  sobreponiéndose a ellos y saliendo fortalecido de los mismos.
Según la RAE, la resiliencia es la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.
También se recoge la definición que en el marco de la física se da a los materiales, mecanismos o sistemas para volver a su estado inicial una vez finalizada su exposición perturbadora.
Y es que la psicología tomó este término de la física para describir las reacciones humanas y los procesos de adaptación, incorporando el valor añadido de la reestructuración de los recursos psicológicos para crecer como persona.
Mientras que los materiales o mecanismos únicamente regresan a su estado inicial, ya hemos visto que en los seres humanos la resiliencia no sólo regenera sino que empodera y robustece.



El origen de este término en el campo de la psicología lo encontramos en el autor de la teoría del apego John Bowlby, aunque el responsable de lograr que se difundiera a gran escala fue el autor de entre otras obras maestras," Los patitos feo"  y "El murmullo de los fantasmas " ;Boris Cyrulnik; psiquiatra, neurólogo y psicoterapeuta francés . La infancia de Boris Cyrulnik se desarrolló en medio de la Segunda Guerra Mundial y padeció los horrores de la barbarie del holocausto nazi.

 Jorge Barudy,  neuropsiquiatra y terapeuta familiar chileno es sin lugar a dudas otro gran referente en este tema. Al igual que Cyrulnik ,lo es tanto por su historia personal como por su contribución profesional. Y es que Jorge Barudy es un gran ejemplo de resiliencia y coraje ante la adversidad. Él vivió en primera persona las torturas y los horrores del régimen chileno de Augusto Pinochet.

 Este autor concluye que puede diferenciarse entre resiliencia primaria y resiliencia secundaria. La primera de ellas está estrechamente condicionada por los primeros años de nuestra existencia, es decir por las experiencias vitales de nuestra infancia. Así pues, el apego y los vínculos creados durante la crianza, los estilos educativos y las interacciones sociales durante la infancia son la base de referencia para consolidar una personalidad resiliente.
Por lo tanto, poco o más bien nada podemos hacer para modificar nuestra resiliencia primaria. Sin embargo,  sí podemos ejercitar con convicción la resiliencia secundaria.  Ésta se caracteriza por conformarse en la edad adulta a través de las continuas experiencias y sus efectos, emociones y maneras de proceder ante los mismos.  Este talante que se va tallando con el paso del tiempo y las vivencias conformará nuestra personalidad , continuamente maleable siempre y cuando seamos conscientes de ello y mantengamos una actitud proactiva.

Las personas resilientes no sólo se caracterizan por mantener una visión realista y al mismo tiempo optimista de la vida. Junto a la actitud positiva y el sentido del humor,  las personas resilientes se valen del autoconocimiento y el ser conscientes de sus potencialidades y de sus limitaciones. Saben lo que son capaces de realizar y creen en sus competencias,  mostrándose flexibles ante los cambios e imprevistos. Asimismo disponen de habilidades creativas que les ayudan a afrontar las situaciones complicadas y a salir airosas de ellas.
Otro aspecto fundamental de las personas resilientes es la gestión que realizan de sus emociones. Saben que no pueden controlar lo que sucede y lo que les hace sentir la realidad, pero si que saben que son responsables de lo que hacen con esos sentimientos y emociones.

Ser resiliente no es un atributo personal sino más bien una actitud ante la vida. Una actitud que entrenándose de manera constante y persuasiva nos ofrece la posibilidad de disfrutar de una de las habilidades más poderosas y extraordinarias del ser humano.


" Las personas más bellas con las que me he encontrado son aquellas que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento,  conocido la lucha, conocido la pérdida,  y han encontrado su forma de salir de las profundidades. Estas personas tienen una apreciación,  una sensibilidad  y una comprensión de la vida que las llena de compasión,  humildad y una profunda inquietud amorosa. La gente bella no surge de la nada"( Elisabeth Kubler- Ross)

lunes, 3 de septiembre de 2018

Reconocer y validar las emociones: siente y acéptalo

Se terminaron las vacaciones y comienza la vuelta a nuestro día a día,  a nuestros quehaceres diarios. Tengo que deciros que vengo cargada de ilusión y con multitud de pensamientos que compartir con vosotr@s,  pero también he de reconocer que me está costando un poquillo coger el ritmo. No seré muy dura conmigo misma,  así que espero que sea cuestión de tiempo.

Quiero comenzar este nuevo periodo reflexionando acerca de la gran carencia emocional y la absoluta falta de consciencia que tienen las personas sobre dicha carencia. 
A lo largo de todo el verano y de las vacaciones,  las interacciones con personas más o menos conocidas se han incrementado y ello ha dado lugar a situaciones variopintas,  algunas más agradables que otras, pero todas cargadas de analfabetismo emocional. 

Yo entiendo por analfabetismo emocional al conjunto de pensamientos, actitudes y conductas que ignoran e incluso menosprecian el valor de las emociones y de  la necesidad de aceptar lo que se siente.

Cansada de lidiar continuamente con este analfabetismo emocional, necesito desahogarme con tod@s vosotros y ya de paso incidir una vez más en lo importante que es saber reconocer y darle importancia a las emociones. ¿ Por qué las personas se empeñan en negar y enmascarar algunas emociones? ¿Acaso creen que así,  por arte de magia se van a esfumar?  Pues no,  no lo hacen, sólo quedan enterradas y sepultadas en lo más profundo de nuestro ser, ansiosas de encontrar una salida y un reconocimiento; necesitadas de valor y atención.

Si no dejamos que se manifiesten cuando lo necesitan, aumentamos la presión y la carga emocional y con ello incrementamos los sentimientos negativos que volvemos a ocultar y negar.
Así,  dentro de una espiral destructiva,  terminaremos explotando y liberando todo el cúmulo emocional de una forma insana, peligrosa y dañina. Por no haber mostrado nuestro descontento o frustración,  por no haber llorado cuando lo necesitábamos,  por no haber dicho lo mal que nos sentíamos,  terminaremos afrontando esas emociones a través de explosiones de ira descontrolada,  de agresividad desmedida, o bien de conductas compulsivas y destructivas. La desmesurada cantidad de personas con problemas de conducta, agresividad , adicciones, trastornos de ansiedad, trastornos de alimentación, baja autoestima, depresión, etc , encuentran en gran parte su raíz en este déficit de educación emocional.



De ahí la suprema importancia de tomarse muy en serio la educación emocional de los más pequeños. Resulta crucial para ellos y para el resto de personas que como miembros de una sociedad debemos interactuar a diario.
¿ Por qué cuando un niño se enfada se le dice no te enfades? ¿ Acaso los adultos no nos enfadamos nunca, que somos happy florwers? Pues no,  no lo somos y si aparentas serlo pobre de ti.
En vez de negarle su derecho a expresar su enfado podemos interesarnos en el motivo del mismo, y a la vez que validados su sentimiento intentamos comprender el por qué del mismo.
Sí,  lo se.  Porque es incómodo para los adultos " soportar" el enfado del niño. Esa es la triste realidad. Pero nadie dijo que educar fuera una tarea sencilla y siempre maravillosamente plácida.Así que,  apechugando que es gerundio; piensa y reflexiona antes de decirle a un niño enfadado que no se enfade. Tú como adulto no te indignas cuando te lo dicen, porque yo sí y creo que es lo más normal.

Caso similar es el de los llantos. Y aquí me echo las manos a la cabeza cuando oyes que los bebés tienen que llorar para que se les ensanchen los pulmones. ¡Ya! Sin embargo cuando ya son un poquito más grandes, como ya los han ensanchado bien de tanto llorar y no hacerles ni caso, lo que procede es hacer todo lo posible porque no lloren.
Vamos, lo que es hacer las cosas completamente al revés. Los bebés si lloran es porque necesitan algo, sí necesitan. Alimentarse,  dormir, liberar gases, pañal limpio, sentir la proximidad y el contacto con su madre principalmente, etc. No necesitan ensanchar los pulmones.
Y los niños cuando lloran por la causa que sea, dolor, frustración , rabia, cansancio...; necesitan expresarse y que se le de validez a su sentimiento. ¿ Tú cuando estas triste o sientes impotencia no tienes ganas de llorar? Es lo más natural del mundo,  y lo más sano. Llorar drena el alma y permite ver las cosas con más serenidad y más claridad.
Los niños deben entender que es normal llorar cuando se está triste y disgustado , y que una vez pase se sentirá mucho mejor.

Sí,  lo se, lo hacen con buena intención. ¿Qué tiene de buena intención que le digan a un niño que no llore que se pone muy feo? Yo no encuentro ni un ápice de buenas intenciones reales en esta lapidaria frase, como tampoco la encuentro en la versión de no llores que ya eres mayor, o no llores que no pasa nada.

Como muy bien me dijo hace escasos días mi queridisima Estrella Pisa , autora de Sinaptando , un blog sobre psicología que invita a reflexionar sobre cuestiones trascendentales :

"Si las personas fuésemos plenamente conscientes del daño que les llegamos a hacer a los niños cuando les obligamos a secuestrar sus emociones por guardar las apariencias ante el resto de familiares, amigos, compañeros o maestros, quizá dejaríamos de cortarles las alas y hasta seríamos capaces de permitirles volar. Todos queremos hijos inteligentes que saquen notas muy buenas y que puedan acceder al escalón más alto, pero muchas veces nos olvidamos de preguntarles cómo se sienten, qué anhelan, qué les atormenta o qué les hace realmente felices. ¿Cuántas familias no se habrán roto por malentendidos absurdos al jugar todos sus miembros a simular sentir lo que no sienten por los demás o por jugar a negar lo que sí sienten? Tanto que reivindicamos la importancia de ser uno mismo y luego resulta que nos da miedo serlo y no tenemos mejor modo de demostrarlo que reprendiendo a quienes no tienen tantas manías. Definitivamente, los humanos somos unos tipos demasiado extraños. No nos entendemos ni nosotros mismos."
Cuanta triste verdad en sus sabias palabras. Maravillosa reflexión a propósito de un post sobre educación emocional que escribí hace un tiempo y que podéis leer aquí.


El arte de validar las emociones debe practicarse con naturalidad y sin miedo. Por favor tomémosnos en serio este asunto,  cuidemos la salud emocional de las futuras generaciones y dejemos de repetir una y otra vez los errores del pasado.
Nunca es tarde si la dicha es buena.