martes, 31 de julio de 2018

Impulsando la tolerancia a la frustración : Parte I

Hace unos días os hablaba de resiliencia. Esa mágica capacidad de sobreponerse a las inclemencias vitales y salir fortalecido de ellas. Un proceso complicado y costoso que conlleva; entre otras cosas; ser capaz de tolerar la frustración con maestría y serenidad. Y de frustración va hoy la cosa. Sí , de esa amarga e incómoda emoción que sentimos cuando se truncan nuestros deseos y anhelos, cuando se desvanecen las posibilidades de lograr un objetivo o una meta concreta. Esa mezcla de rabia, impotencia y tristeza que se manifiesta cuando no alcanzamos lo que queremos. Esa desilusión enfurecida que trata de apoderarse de nuestra templanza cuando algo sale mal.
 A priori los adultos deberíamos saber gestionar adecuadamente esta emoción, ya que teóricamente contamos con más herramientas para afrontarla y con un tiempo vital más dilatado para haberla entrenado . Sin embargo, los más pequeños se sienten abrumados por su fuerza arrolladora y les resulta una tarea difícil de realizar con éxito. De ahí que las explosiones de rabia sean episodios comunes en la primera infancia. De ello y de como afrontar estas situaciones hablo largo y tendido en Como afrontar las rabietas con éxito.

 Una vez más, los adultos debemos adoptar el rol de guías y acompañantes para que sientan seguridad y aliento en los momentos en los que les secuestre su cerebro inmaduro . Para mostrarles el modo de lidiar con estos huracanes emocionales y aprender a tolerar la frustración,  aceptando que forma parte de la vida y como tal es inevitable sentirla en determinadas situaciones. Enseñarles al tolerar y controlar la frustración es permitirles que puedan afrontar con una actitud más proactiva y positiva cualquier reto, dificultad o traspiés  que se les presente.


COMO AYUDARLES A MANEJAR LA FRUSTRACIÓN

Como he dicho muchas veces; y no me cansaré de repetirlo; los vínculos, el apego seguro y la comunicación que establezcamos con nuestros hijos van a determinar en gran medida la base de una personalidad equilibrada y resiliente , capaz de gestionar bien las frustraciones. Sí construimos unos cimientos sólidos sobre los que poder apoyar cada experiencia vital sin temor al derrumbe, sin lugar a dudas el proceso será mucho más sencillo y fructífero.
Así que es cuestión de tiempo y tenacidad. Los primeros años de vida de los niños exigen un férreo compromiso con su educación y aprendizaje , así como altas dosis de paciencia, coherencia,  algunos límites y mucho mucho cariño. En esta primera etapa,  los más pequeños son incapaces de comprender que las cosas no pueden ser siempre inmediatas y satisfechas,  y este descubrimiento va a ser fuente de sus frustraciones. Tranquilos,  todo pasará y poco a poco su cerebro madurará  y les permitirá comprender que el mundo no gira alrededor de ellos y de sus deseos, así como que el resto de las personas también tenemos nuestros propios deseos y necesidades. Sólo debemos estar a su lado y usar el diálogo para explicarles lo que les sucede; ponerle nombre a sus sentimientos y consolar.

Es necesario que experimenten la frustración. Sí por el contrario,  les evitamos por todos los medios que la sientan, estaremos propiciando el caldo de cultivo perfecto para que nuestro hijo termine convirtiéndose  en un ser tirano,  déspota,  desconsiderado, violento, egoísta y débil. Una persona que no afrontará de manera saludable y constructiva las adversidades de la vida y que no adquirirá una habilidades sociales que le permitan relacionarse sin grandes conflictos y continúos problemas. Una persona impulsiva que tampoco sabrá conectar con su interior y reflexionar. En definitiva,  una persona con baja autoestima y serias dificultades para desenvolverse en las situaciones menos cómodas y placenteras que la vida nos tiene preparadas.

Como padres y educadores tenemos que desterrar el chip sobreprotector y concienciarnos de que no van a ser más felices porque les libremos de sentir fracaso y desilusión, sino todo lo contrario. Debemos transmitir la idea de que detrás cada error y de cada intento frustrado hay un aprendizaje con el que llenar la mochila de las herramientas personales.
Hay que inocularles valores y actitudes como el esfuerzo, la perseverancia, la lucha para conseguir metas y objetivos ; así como la importancia de cultivar el respeto a los demás;  la empatía y la asertividad.

Igual de importante es establecer unos límites  claros y congruentes que les doten de seguridad y sean una referencia a la hora de comportarse e interactuar. Ya he comentado en otras ocasiones los peligros de una educación excesivamente permisiva y entre otros efectos, siendo demasiado condescendientes tan sólo conseguiremos que nuestro hijo no adopte una actitud proclive a tolerar las frustraciones.

Por lo tanto, ya hemos visto que nuestro rol como padres y educadores es decisivo en la adopción de actitudes positivas, reflexivas y abiertas a aceptar fracasos y negativas.

En la segunda parte de este post incluiré algunas técnicas y  ciertos recursos  que pueden ser de gran ayuda en esta laboriosa función de amparar y contribuir en la tarea de gestionar convenientemente la frustración. No os los perdáis.








13 comentarios:

  1. Estaré esperando esa segunda parte! Es un tema de lo más interesante

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    1. Ya te avanzo que incluiré literatura infantil al respecto, si no me equivoco te gustan los cuentos ¿verdad?. A mo me gusta ti iniciativa de los viernes de cuentos😃

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  2. Me alegra que te haya resultado interesante y que lo valores tan positivamente. Muchas gracias!
    Pronto la segunda parte 😉

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  3. Me encanta el post, muy útil y acertado! Muchas veces los padres tenemos la tendencia innata de satisfacer de inmediato todo lo que nuestros hijos desean. Y es un error. Debemos evitar sobreprotegerles así. Un abrazo, esperamos la segunda parte!

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    1. Es verdad, actuamos así por inercia , por cansancio y comodidad y no somos plenamente conscientes de las consecuencias.
      Gracias por estar ahí siempre!
      Un beso

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  4. Súper interesante, Bibiana!! Esperando estoy ya la 2ª parte!!
    Además es que dices verdades como catedrales. Desde que son bien pequeñitos tenemos que estar guiándoles, apoyándoles y explicándoles el mundo, no para evitar que se frustren, sino para que lo acepten, asimilen y toleren de forma positiva; para que sepan reconocer las emociones y gestionarlas en su futuro, sentando muy buenas bases, de paso, para la adolescencia...
    Pero hacer esto es verdad que es muy complicado, necesitamos reeducarnos nosotros y así educarles lo mejor posible, aunque siempre cometeremos fallos...
    Das la clave, corazón, apego seguro, vínculo y comunicación, y muuucha paciencia y trabajo. Con todo esto y mucho amor, seguro que al final nos tiene que salir bien!! jejej
    Un beso enormeee

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    1. Ay! que gusto que compartas el interés por este tema. Es cierto lo que dices, gestionar la frustración no es tarea fácil y requiere de un continúo aprendizaje y entrenamiento vital.
      Muchas gracias por tu inmenso cariño, eres un cielo.
      Un abrazo

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  5. Estupendo post, Bibiana.
    La sobreprotección es, sin duda, una de las peores opciones que podemos tomar a la hora de educar a un niño. Evitarles la experiencia de la frustración es privarles de buena parte de la realidad que, más tarde o más temprano, se van a acabar encontrando. Si te hacen creer desde la cuna que te lo mereces todo y que sólo pidiendo lo que deseas alguien va a hacer posible que se te materialice al instante, tu egocentrismo y tu prepotencia cada vez irán aumentando más, hasta convertirte en lo que tú bien dices: un tirano. Amar no es privarle a los otros el dolor, sino acompañarles en él y permitirles que aprendan lo que sólo a través de él podrán alcanzar.

    Un fuerte abrazo

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    1. Exacto Estrella, la sobreprotección es un gran lastre que soportará no sólo quien haya sido criado bajo esas alas asfixiantes sino también para el resto de los que formamos la sociedad.
      Un fuerte abrazo!

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  6. Magnífico post, Bibiana! Me encanta, pues si seguimos tus pautas, además de enseñar a manejar la frustración a los más pequeños de la casa, aprenderemos a manejar nuestras propias frustraciones y seguro que avanzamos como sociedad.

    ¡Un abrazo!

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    1. Desde luego Santi, yo creo que la maternidad y paternidad es una excelente escuela para gestionar no sólo las frustraciones propias sino toda una serie de emociones.

      Un abrazo!

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  7. Interesante,muy interesante. Estoy con ganas que salga la segunda parte.Enhorabuena por tu página

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    1. Muchas gracias! La segunda parte ya está publicada. Aquí te dejo enlace https://dulzurainfinita.blogspot.com/2018/08/ayudando-gestionar-la-frustracion-parte.html?m=1

      Un saludo

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