Aunque entristezca reconocerlo, tenemos un serio problema con los jóvenes y la violencia de género. Primero hablemos de este terrorífico problema.
Sí, es muy grave y muy lamentable que en pleno siglo XXI se siga perpetuando la educación y los comportamientos machistas y sexistas. Y aunque también es cierto que se han logrado importantes avances en esta materia aún queda mucho camino que recorrer para conseguir la tan ansiada igualdad efectiva y real. Y como no, también la libertad de las mujeres y el reconocimiento de su íntegra dignidad.
Nuestra sociedad está plagada de micromachismos y de conductas basadas en férreos estereotipos de género. Hasta las personas que dicen estar comprometidas con la igualdad y se costernan ante los graves sucesos de violencia sexista , reconocen que su educación no ha sido la más recomendable en este sentido. Todos nos hemos impregnado de un fuerte olor a educación patriarcal y el tufo es cuanto menos difícil de combatir.
Inconscientemente se continúa transmitiendo a los más pequeños esta dañina doctrina. Y por desgracia, conscientemente también. Lo primero tiene una solución mucho más factible y el cambio progresivo de chip es sin duda más asequible. Por el contrario, el segundo es el auténtico problema, la raíz podrida de un árbol enfermo que continuará dando frutos, pero de una calidad pésima y comprometida. Frutos que envenenan, que hieren y hacen daño y que pueden incluso terminar con la vida.
En este tema, quizás por mi condición de mujer y por mi profesión, siempre he estado muy comprometida. Pero desde que fui madre de una niña , todavía más. No quiero que las piedras, los obstáculos, las injusticias, los abusos y las faltas de respeto que vivimos y hemos vivido ayer y hoy las mujeres, sea el palmario destino de las niñas de hoy y mujeres del mañana. Por eso me parece fundamental trabajar en una educación igualitaria desde chiquitines, enseñando a los niños y a las niñas a respetarse y a respetar sin tener en cuenta el sexo y/o la orientación sexual. Hay que criar niños y niñas libres de prejuicios de género y de condición sexual. Y por supuesto, como en otros asuntos, hay que educar con palabras pero sobre todo con hechos. Mostrar conductas ejemplarizantes, evitar en la medida de lo posible entornos y personas que no sean modelos a seguir y explicar; de una manera adaptada a la edad; las consecuencias de las conductas irrespetuosas.
Los que ya me conocéis os habréis dado cuenta de lo tremendamente útil que me resulta la literatura infantil para transmitir valores y enseñar conductas saludables. Me encantan los cuentos y su poderoso vigor para educar. Por supuesto, en coherencia con lo que queremos transmitir debemos seleccionar los cuentos, y en temas de igualdad y ruptura de estereotipos de género hay que andarse con ojo ya que precisamente existe una tradicional y numerosa cantidad de cuentos nada respetuosos en este sentido. No voy a hacer alusión aquí de este tipo de cuentos ni películas. Quiero darle protagonismo a los materiales que sí pueden ser nuestros aliados en la trascendental tarea de educar en la igualdad. A continuación, os dejo una recopilación de cuentos que hemos conocido y que en mi humilde opinión son imprescindibles en una biblioteca infantil.
- Rosa Caramelo, de Adela Turin y Nella Bosnia, ed. Kalandraka .
Sin duda una obra que no puede faltar en las manos de un niño, todo un referente en el tema. Editado por primera vez en los años 70, es perfecto para romper los absurdos estereotipos sexistas y despertar la conciencia en este sentido.
Simbólicamente fue un regalo que decidimos hacerle a la peque para este histórico 8 de marzo.
Adela Turin destaca en la lucha contra el sexismo y la imposición social de estereotipos de género. Es una autora italiana muy comprometida con el tema y cuenta con otras obras destacables en este sentido, como por ejemplo:
- La historia de los Bonobos con gafas, de Adela Turin y Nella Bosnia, ed. Kalandraka.
- Arturo y Clementina, de Adela Turin y Nella Bosnia, ed. Kalandraka
- Una feliz catástrofe, de Adela Turin y Nella Bosnia, ed. Kalandraka
Cuentos de otros autores que también cuestionan de manera divertida los convencionalismos y roles sexistas, como son:
- Las princesas también se tiran pedos, de Ilan Brenman e Ionit Zilberman, Algar ed. Ese cuento es perfecto para romper mitos tradicionales sobre los roles asignados tradicionalmente a las princesas.
- En la misma línea está ¿Las princesas usan botas de montaña? de Carmela Lavigna, ed. Picarona.
- La peluca de Luca, VV. AA
- Ricitos de oso, de Stéphane Servant y Laetitia Le Saux, ed. Juventud
- ¿Hay algo más aburrido que ser una princesa rosa?, de Raquel Díaz Reguera, Thule ed.
- ¡Pink! El pingüino que se volvió rosa, de Lynne Rickards y Margarete Chamberlaine, ed. Trapella Books
- Cuando las niñas vuelan alto, de Raquel Díaz Reguera, ed. Lumen
Y para terminar, destacar también la Colección érase dos veces, de Belen Gaudes y Pablo Macías, ed. Cuatro Tuercas. Se trata de adaptaciones de los cuentos clásicos, en los que han desaparecido los posos de sexismo y desigualdad.
La literatura infantil es una gran aliada para educar en la igualdad de sexos, para romper las cadenas de la educación basada en un sistema patriarcal y machista. Sí aprovechamos la capacidad que tienen los más pequeños para aprender y empaparse de todo aquello que les mostramos, tenemos la batalla ganada. Pero hay que librar otras batallas para vencer en esta guerra. Hay que reflexionar sobre la publicidad destinada a menores , sobre los anuncios y catálogos de juguetes ;sobre las películas y series de dibujos animados. Hay que lograr que los miles de mensajes que se lanzan por distintos medios sean respetuosos con la coeducación y pretendan realmente terminar con estos clichés y estereotipos, con este yugo que es la desigualdad por razón de género.