sábado, 9 de junio de 2018

Beneficios de la disciplina positiva

La semana pasada hablaba sobre las rabietas y el modo en que deberíamos afrontarlas para obtener resultados más satisfactorios y menos frustrantes. Como ya apunté, la disciplina positiva puede convertirse en nuestra gran aliada a la hora de educar a nuestros hijos. Y como lo prometido es deuda, hoy os voy a hablar de esta saludable filosofía pedagógica y de los muchos beneficios que puede aportarnos su práctica a toda la familia.

La disciplina positiva, o educar en positivo, es  una herramienta fundamental tanto para evitar una alta incidencia en la aparición de esa furia explosiva que tan molesta resulta ser, como para apaciguar ese " fuego que quema fuerte y es difícil de apagar" en palabras de Anna Llenas en su célebre Monstruo de Colores.
La disciplina positiva enseña autocontrol  y autodisciplina, ayudando a los niños a comprender que el cerebro no funciona correctamente cuando nos aborda la rabia y estamos enfadados. Enseña a regular los estados emocionales y a equilibrar conductas y pensamientos.

En la educación de los hijos es necesario establecer unos límites claros que actúen de soporte para guiar y conducir el comportamiento de los niños. Además de permitirles la adquisición de unas habilidades sociales adecuadas y prácticas para desenvolverse correctamente con su entorno y consigo mismos, los límites aportan seguridad y confianza. Esto es así porque al saber lo que se espera de sus comportamientos  y lo que por el contrario no es aprobado,  los niños pueden organizar sus esquemas mentales y aprender a ser consecuentes de sus actos.  La educación en positivo aboga por el establecimiento de unos limites claros y sencillos, que no sean muy numeroso sino más bien pocos y razonables.
Asi que la disciplina es absolutamente necesaria en la educación de los niños, sí,  pero cuidado , no confundirla con autoritarismo. Y mucho cuidado también con la absoluta permisividad. La disciplina que enseña no es ni permisiva ni punitiva.



 El porque lo digo yo que soy tu padre o tu madre y punto no aporta nada bueno, no construye, no enriquece, no educa. Por el contrario si que distancia emocionalmente, genera frustración y resentimiento. No se enseña a pensar ni a asumir responsabilidades, se obliga a obedecer. Se adiestra en la obediencia ciega y desde el temor, de tal manera que los niños terminan haciendo las cosas o no haciéndolas por miedo a los castigos o a las reprimendas, y no porque entiendan que las cosas sean correctas o no.

 El resultado de una educación rígida y autoritaria puede ser un niño sumiso y sin capacidad de pensar por si mismo,  sin actitud crítica, sin iniciativa y autonomía; sin ánimo de asumir retos, responsabilidades y proyectos. O por el contrario,  un niño que cansado de soportar el peso de una educación en la que la comunicación bidireccional y el estilo democrático no aparecen en absoluto, decide deshacerse de ese yugo que le oprime y se agarra al clavo ardiendo de la rebelión como mecanismo para lidiar con su profundo malestar.





ALGUNAS PAUTAS PARA PONER EN PRÁCTICA LA DISCIPLINA POSITIVA

  • Comunicación bidireccional y respetuosa.

La disciplina positiva se centra en el establecimiento de una comunicación basada en el respeto mutuo , donde tan importante es el mensaje que transmitimos como la manera en qué lo transmitimos. El mismo valor que tienen las palabras que decimos a los niños tienen nuestros actos y nuestra actitud. Debemos mostrar una actitud empática y proclive a intentar comprender el por qué de sus conductas. Si logramos vislumbrar aquello que origina una conducta indeseada , tendremos la llave que nos permitirá acceder al cambio. Esta es la clave de esta filosofía, llegar a conocer el motivo que causa los comportamientos y conductas para trabajar en ese origen. Una vez tengamos esa información nuestra labor educativa será mucho más sencilla de afrontar.

En ningún momento se debe desaprobar al niño sino a su comportamiento. No olvidemos que nunca hay que etiquetar a la persona ni mucho menos jugar con el afecto y el amor incondicional. De lo contrario estaremos dañando la autoestima de nuestro hijo.

Además de una actitud empática y libre de juicios , los padres y educadores debemos poner en práctica habilidades como la asertividad y la escucha activa. Ambas resultan imprescindibles en la educación en positivo.  A través de la escucha activa lograremos conectar con los niños y comprender lo que sienten, piensan y les lleva a actuar de un modo u otro.  Debemos poner todos nuestros sentidos cuando nos hablan y nos cuentan sus cosas, dejar que se expliquen y no interrumpirlos. Debemos escuchar para entender y no sólo para responder y replicar.
La asertividad por su parte consiste en ser capaz de transmitir lo que no nos gusta o nos molesta desde un absoluto respeto. Es una valiosa habilidad que marcará la diferencia de las respuestas conductuales.  No es lo mismo decir las cosas desde la consideración y la deferencia que utilizar los gritos y las faltas de respeto en la comunicación. Desde luego que no se obtienen los mismos resultados, y por supuesto no obtendremos un feedback positivo si usamos recursos insolentes y violentos.

  • Centrarnos en las soluciones y no en los castigos.

 Este es otro de los pilares en los que se sustenta la disciplina positiva.  Los errores son una valiosa fuente de aprendizaje y los castigos si bien funcionan a corto plazo , no proporcionan beneficios a largo plazo sino que tienen consecuencias negativas. Los castigos no crean un sentido de responsabilidad en los niños, y con el tiempo se generan conductas de evasión y engaños con el objetivo de evitarlos.

No es lo mismo castigo que consecuencia. Con los castigos se genera malestar con el fin de evitar que se repitan unos determinados  hechos,  mientras que con la consecuencia se invita a la reflexión. Las consecuencias se orientan hacía los resultados de las acciones en vez de hacia las personas en sí, por lo que no arremete contra la imagen personal que el niño tenga de si mismo.

 Imaginar que estamos en el parque y nuestro hijo o hija de pronto le pega a otro niño con el que hasta el momento estaba jugando. Si nuestra reacción es decirle que no sea malo y que  si vuelve a pegar nos vamos a casa sin más,   la consecuencia a su acto es el castigo de marcharse a casa y dejar de jugar en el parque. No aprende que la consecuencia de su acto es hacer daño a los demás y que eso no está bien. Asi pues sería mucho más acertado decirle que si pega a los niños les hace daño y que no les gusta que les hagan daño. Si queremos reforzar el límite, le podemos decir que si no trata bien a los demás niños no podrá jugar con ellos en el parque y tendremos que irnos a casa.  De esta manera se pasa de una simple amenaza a un razonamiento de su conducta y de las consecuencias de la misma tanto para los demás como para él mismo.
  • Evitar decir que NO continuamente

Utilizar un lenguaje en positivo y usar menos el no. Que te digan no de manera continua y monótona puede ser verdaderamente frustrante, así que debemos procurar reservar nuestros noes para contadas ocasiones, y en el caso de recurrir a ellos siempre dar una sencilla explicación del porque de la negación. Explicar las consecuencias y los efectos así como proponer alternativas nos permite educar y enseñar en vez de tan sólo prohibir; además de permitirles ser partícipes del proceso de resolución.

  • Alentar en lugar de alabar
Para fortalecer y estimular la autoestima debemos poner el foco de atención sobre el esfuerzo y los progresos alcanzados en vez de centrarnos simplemente en el éxito.. 
Las alabanzas continuas y exageradas a priori pueden parecer que generan bienestar y alegría en los más pequeños pero a posteriori nos encontraremos con niños necesitados de una permanente aprobación de los demás.
Con las alabanzas y adulaciónes se tiende a valorar a la persona en vez de a la acción. Con la motivación estaremos mostrandoles lo que pueden realizar por si mismos y serán plenamente conscientes de sus capacidades, y no necesitarán el beneplácito de un tercero para sentir seguridad en sí mismo.



Como podéis ver , la disciplina positiva es en sí misma una manera de ser y pensar, y en consecuencia una manera de actuar. Trabajando con perseverancia todas sus recomendaciones obtendremos todos sus beneficios a medio y largo plazo. Educar puede convertirse en una tarea mucho más gratificante y placentera, la relación con nuestros hijos será mucho más fluida y afable y lograremos que en un futuro hayan adquirido buenas habilidades sociales que les harán mucho más llevadero el intenso y apasionante viaje que es la vida.

Cómo educar con firmeza y cariño



3 comentarios:

  1. Hola, Bibiana!

    Me ha parecido un artículo súper interesante.

    Ya sigo tu blog.

    Nos leemos!

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    Respuestas
    1. Muchas gracias Santi, me alegra que te resultase interesante.
      Yo también te sigo , creo que lo que divulgas es realmente práctico y necesario.

      Un abrazo!

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  2. Yo soy una ferviente defensora de la disciplina positiva, como ya sabes 😉 Aunque a veces puede parecer el camino más complicado o más largo, siempre es el que da mejores resultados. Y a la larga notaremos sus beneficios! Un abrazo, Bibiana 😊

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